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miércoles, 11 de abril de 2012

Estamos patas arriba

No hay duda de que esta sociedad anda patas arriba en lo que se refiere a la epidemia de sucesos conturbadores, suicidios, feminicidios y desenfrenos conductuales a todo dar.
La Sociedad Dominicana de Psiquiatría dice que el país, cual si fuera un paciente, necesita atención psiquiátrica. Y tiene toda la razón.

Hemos perdido el sentido de la cordura y de la mesura. Por eso, la violencia se ha enraizado y ha sido la causante de decenas de muertes de mujeres, decenas de suicidios en todas las edades y por múltiples causas, entre ellas el alcoholismo, la drogadicción, frustraciones, rupturas pasionales y crisis económica.

El horror llega casi a diario en distintas maneras: el degüello brutal de una anciana de 94 años para robarle el dinero de las frutas que vendía; la muerte a tiros de una profesora que descubrió que su esposo y su hija mantenían relaciones sexuales; personas descuartizadas a machetazos; gente con los rostros desfigurados con “ácido del diablo” y, en fin, toda una cadena de sorprendentes eventos que reflejan la magnitud del dislocamiento social.

Para colmo, la falta de cordura también se ha instalado en el quehacer político, concretamente en el ámbito electoral, con profusión de insultos, acusaciones y “jugadas sucias” que contaminan la majestad de la prueba más sagrada que tiene el pueblo para ejercer el poder de elegir a los líderes de la nación en el próximo cuatrienio.

Si la violencia se incuba desde los mismos hogares, con situaciones que los desintegran o que empujan a sus miembros, especialmente los hijos, a escenarios inciertos de vida, qué no podríamos esperar que suceda en la sociedad en general. Lo que estamos viendo hoy, esa mezcla de aberraciones, desenfrenos y violencia, es parte de la tempestad que han traído aquellos vientos.

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